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VIDA:
SINTESIS DE LA VIDA
En mis tiempos, el establecimiento de relaciones con las personas se derivaba de toda una carga cultural que fuimos aprendiendo y aprehendiendo de la manera tradicional, sobretodo aspectos de ellas como el factor "cara a cara", que si bien es cierto que aún tiene una importancia radical en un vínculo, ahora con los medios electrónicos con que contamos y la facilidad para acceder a ellos nos permiten eliminar tal importancia -por lo menos en un principio- de esta condición.Tradicionalmente las personas nos vamos vinculando con los demás a través del contacto que se logra en los lugares comunes de encuentro, es decir que el ir a un antro implica que las personas que en éste encontraremos poseen una serie de aspectos en su persona y personalidad que definimos como afines a los nuestros. Por ejemplo los rangos de edad (que corresponden a la que dicho lugar permite para sus clientes), nivel socioeconómico (que se determina desde la manera en que se arriba al lugar -auto propio o taxi-, la manera de vestir -tipo y calidad de la ropa- y hasta el lugar que se ocupa durante la noche en el establecimiento -la mesa implica consumo de botella, en tanto otros acostumbran deambular con la típica cerveza o el tranquilo refresco en mano-), incluso pueden determinarse aspectos del comportamiento y de los hábitos (como la música preferida -que es la que tocan en el lugar-, el consumo de alcohol y tabaco, la interrelación con sus amigos y cuestiones que parecerán frívolas como el poseer ritmo y destrezas dancísticas, aunque también si no se les tiene y el no darle demasiada importancia ante el ridículo).
No todo se queda ahí. En una conversación es posible también descifrar a quien esté enfrente de nosotros. Cuando se dialoga con alguien no sólo nos permite enterarnos de lo que quiere que sepamos de su persona, sino además podemos conocerle de acuerdo a la selección de tópicos que desea tratar en la charla. Es decir que no basta el sólo enterarnos de sus destrezas sexuales -por ejemplo- sino que además se le puede analizar el por qué de todo el universo de temas se ha escogido ese. ¿Por qué no hablar de la inestabilidad monetaria, de las consecuencias de la legislación de la pena de muerte, de los últimos hallazgos planetarios en nuestro sistema solar?
La evasión de la propia realidad depende de cada quien, en tanto no se confunda a terceros. Es cierto que en persona uno puede crearse para sí y los demás una imagen, un personaje, un alter ego, pero es más fácil comprobarlo.
Es por ello que es mucho más sencillo exteriorizar la intimidad de pensamientos, sentimientos y reflexiones que normalmente no haríamos ante quienes nos conocen y consideramos que en nuestra debilidad pueden revertirnos lo dicho.
Efectivamente las cosas ya no son como "en mis tiempos", cuando nos prevenían de los peligros de hablar con extraños. Siguen siendo extraños los que ocupan la otra silla, extraños ante quienes la lejanía en la geografía terráquea no implica la falta de confidencialidad (casa), entonces no requieren limitaciones de la sinceridad.
No hay que menospreciar la intensidad de una relación según el lugar donde se haya originado, al igual que podría conocerse al amor de la vida o al mejor amigo al cruzar la calle.
Los puntos de encuentro no importan ya tanto como antes, lo importante es que están ahí; ciertamente hay que tomarse sus reservas ante lo desconocido de aquel con quien platicamos, por eso no hay que tomárselo demasiado en serio. Las personas mayores nos deben permiten relajar la realidad, no evadirla.
Aquel cuya ambición se arrastra en lugar de elevarse, que está siempre indeciso, que retarda las cosas en vez de actuar, lucha en vano contra el fracaso. ¿No es imprudente el que viendo que la marea avanza hacia él, se queda dormido hasta que el mar lo arrolla? ¿No es tonto el que, dándosele la oportunidad de mejorar, se queda deliberando hasta que, en vez de él, escogen a su vecino?
Sólo la acción le da a la vida su fuerza, su alegría, su propósito. El mundo siempre determinará tu valía, por lo que realizas. ¿Quién puede medir tus talentos por los pensamientos que tengas o las emociones que experimentes? ¿Y cómo demostrarás tus habilidades si siempre quieren que seas espectador?
La adversidad es también tu maestra.
Poco es lo que aprenderás de tus victorias, pero cuando seas empujado, atormentado y derrotado adquirirás un gran conocimiento, porque sólo entonces te familiarizarás con tu ser verdadero, ya que al fin, estarás libre de los que te adulan. ¿Y quienes son tus amigos? Cuando la adversidad te abrume, será el mejor momento para que los cuentes.
Ten siempre Fe en que las condiciones cambiarán, aunque en tu corazón haya un gran peso, tengas el cuerpo lacerado y la bolsa vacía y no haya nadie que te consuele… persevera. Del mismo modo de cómo estas seguro que el sol volverá a aparecer, tu periodo de desgracia debe tener un final. Siempre ha sido así y siempre será.
Los amigos muertos, los empleos fallidos, las palabras que hirieron, las penalidades inmerecidas, el dinero perdido, las heridas que no sanan, las metas no alcanzadas, las ambiciones destruidas, las lealtades quebrantadas…
¿No conserves todo ese nocivo acervo como si tuviera algún valor? ¿No permitas que esas telarañas de infancia se extiendan por el ático de tormento hasta que ya casi no hay lugar para un pensamiento feliz acerca del presente?
Traza tus planes hoy mismo. Pregúntate dónde estarás, de aquí a un año, si todavía vas a estar haciendo lo mismo que estas haciendo ahora. Luego decide dónde preferirías estar en términos de riqueza o posición o cualquiera otra cosa que sea tu sueño. En seguida planea lo que tienes que hacer, en los próximos doce meses, para alcanzar tu objetivo.
Y final mente, ¡hazlo!
Nunca desperdicies ningún esfuerzo en elevarte a algo que no eres, por agradar a otros. Jamás te pongas mascaras falsas para satisfacer la vanidad. Nunca te esfuerces porque te estimen por tus logros, o dejaran de estimarte por ti mismo.
Psic. Miguel Ángel Caudillo
LA CULPA
Nos han hecho creer a lo largo de la historia que hemos de vivir con un lastre permanente, de hecho nacemos ya con la culpabilidad encima. El hecho es que la culpa es un acto reflexivo, implica conciencia y decisión personal, por lo tanto la cuestión es qué se puede dudar y qué no; la duda no es mala -si es posible atribuirle un carácter valoral, al contrario, es un principio filosófico que permite llegar al conocimiento. Por lo menos de manera personal, debes de tratar de eliminar “culpa” de tu diccionario; es bien sabido por muchos que al haber cometido un fallo habrán consecuencias sobre ello, ¿qué más responsabilidad que esa?, ¡Ah, no! La costumbre es mantener sobre sí una piedra colosal que mantenga la pena y el desgaste que esto conlleva, su peso es proporcional a la falta por supuesto. En todo caso, hay que reflexionar acerca de la responsabilidad que ambas personas de una pareja tenemos a nuestro cargo, ya que habrá que asumir si ambos nos encontramos decididos a iniciar, promover y/o mantener una relación y que así sea una nueva experiencia (sin importar cuántas veces se haya sido herido en el pasado). Porque también el no estar en esta disponibilidad también conlleva responsabilidad a futuro, para ambos. En muchas ocasiones pensamos que encontramos al amor de nuestra vida y no hay que cuestionárselo demasiado, hay que hacer el intento por delimitar si lo es o no. Cuando se tiene una respuesta afirmativa, afortunadamente para ambos, viviremos una relación preferentemente llena de pasión, amor y compromiso. Si el caso es contrario, si uno de los dos no se encuentra interesado en asumir la relación, pero sí la responsabilidad de la negativa, entonces pensamos que sólo jugaron con nuestros sentimientos, que nos dañaron... Y esto en el caso de que la mentada “culpa” no caiga sobre nuestra espalda; porque si bien un fracaso es un momento oportuno para reflexionar acerca de la propia personalidad y de los lazos con los demás, la culpa viene a hacer acto de presencia generalmente cuando uno asume la absoluta responsabilidad de los hechos. Esto es peligroso, por supuesto, ya que si uno se asume la culpa total no está considerando la posibilidad de que la otra persona no se considera a sí misma como la realizadora de nuestra felicidad, es decir que nos está dando la oportunidad de seguir adelante con nuestra vida (en tanto éste toma para sí la misma libertad) y que con ello no interfiera en el encuentro de la persona que habrá de hacernos realmente felices. Los procesos comunicativos permiten el establecimiento de canales y códigos entre las personas para la emisión de mensajes, dicho de una manera menos teórica las personas entendemos y hacemos entender a los demás acerca de nuestros pensamientos, sentimientos, estados de ánimo, a través de posturas, gestos, palabras e intensidad de voz, etc. Aunque por lo general, no contemplamos en nuestro panorama la opción de que la incomunicación (es decir el no compartir un mensaje explícito entre el emisor y el receptor) tiene significación por sí misma. Parece contradictorio pero así sucede. La ausencia también significa. El problema surge en el establecimiento de significados: lo que para el sujeto X el silencio de Y puede significarle abandono, poco o nulo interés, rechazo; para Y el no llamar a X puede significarle poco tiempo disponible, olvido o tiempo de reflexión. Hemos visto en ocasiones anteriores que el pensar en lugar de la otra persona crea conflictos y por lo general malos entendidos, ¿qué mejor ejemplo que éste? Hay que reflexionar a partir del propio contexto y de la propia experiencia. El enjuiciamiento a partir de la cobardía o la valentía, no depende de que los sujetos X y Y expresen abiertamente sus sentimientos, en tanto para X puede sólo existir blanco, negro y escala de grises, no quiere decir que Y también lo vea de la misma manera, porque tal vez Y además de blanco, negro y grises, aprecia una gama de tonalidades de colores, por lo tanto X sólo lo comprenderá en cierto sentido, más no completamente. La cuestión es que X y Y han de comunicarse, de la manera más pertinente para su relación y el intercambio de significados. Es así que comúnmente llamamos “cobarde, pocos huevos” (por lo menos en México) a quien no expresa su sentimiento (aprecio o rechazo, sobretodo en el segundo caso); sin embargo hay que considerar que ambos sujetos relacionados tienen igualdad de derechos: X tiene derecho a callar -cualquiera que sean sus razones para hacerlo-, en tanto Y tiene el derecho a saber cualquiera que sean las consecuencias, ya que de esta manera podrá establecer pautas de su propia conducta: permanecer o retirarse. Aunque el llorar por alguien es decisión personal, habrá que considerar esa frase ñoña que argumenta “no llores por nadie que no lloraría por ti”... Separaciones, incomunicaciones, fracasos, son mecanismos de aprendizaje inverso, hay que aprender también de aquello que no rindió los frutos que esperábamos, no por revancha para futuros postulantes, pero sí para generar esquemas personales bajo los cuales uno se considere con mayor estabilidad y bienestar. Aunque cada quién determina los diferentes componentes e indicadores de estos análisis: dinero, familia, trabajo, espiritualidad, físico, etc. Ciertamente también el llanto es un mecanismo de saneamiento personal, emocional e íntimo, pocas veces racionado, muchas de ellas desahogado apasionadamente. Cuando se establece una negativa explícita puede asumirse de una mejor manera la adecuación del propio comportamiento, es decir: a un “no” de X, Y habrá de decidirse a luchar por un “tal vez”, conquistar un “sí” o aceptar un decidido “no”. Sin embargo, Y permanecerá inestable emocionalmente por un tiempo razonable en tanto X no manifieste expresamente su negativa en un “no porque... no me gustas, no me quiero involucrar, no te quiero hacer daño, no quiero hacerlo ahora, no me interesas...” No dejes de ser el hombre de pie que debes de ser para convertirte en un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro, máscara la sonrisa. Plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación. No te quedes en la mascara.(Octavio Paz) Porque entonces se te escuchara decir: Traté de explicarlo de la mejor manera que pude, Pero tu solo cerraste los ojos. No quisiste escucharme, Y yo no quise lastimarte Y no me quería ir, Pero me fui sin que tú me conocieras, Más yo si conocí algo de ti Recuerda eres la mejor persona que puedes ser y no puedes ser diferente, eres quien eres y eso no te hace ni mejor ni peor que nadie. Si no te pueden aceptar simplemente así, como eres y nada más, siéntelo, no te puedes convertir en lo que no eres, y comparte tu historia. P.D. no necesitas negar tu realidad para reafirmar la de los demás.
Ángel Caudillo
EL DOLOR DEL ADIOS
Cuando un amigo se vanos recuerda lo vulnerables que somos, y lo frágil que es nuestra vida, esto ocasiona que revaloremos la dirección de nuestra vida. Surgen los recuerdos de todo su legado; nos enseñó a valernos por nosotros mismo, que nos orientó, nunca hizo las cosas por nosotros y que nos felicitó cuando las hicimos favorablemente, uno que no ignoró tus desaciertos y que nos los hizo notar, un ser maravilloso que aún con todos sus defectos hizo relumbrar a los que amaba con todas sus virtudes. Se va un gran pilar de sabiduría para muchos, un amigo bondadoso y severo para otros, para todos un amigo incondicional que siempre tuvo sus puertas abiertas, un hombre generoso que ofreció todo cuanto tuvo a su alcance para lograr un objetivo. Sé que cada uno vive un proceso de luto más o menos similar a los demás, lo que nos diferencia es el ritmo con el que tomamos la pérdida. Es común que la sorpresa sea lo primero que nos invade, la negación y la incomprensión le siguen aunque sabemos que desde que nacemos empezamos a morir un poco cada día, es un hecho con el que no estamos acostumbrados a lidiar. Todos estamos conscientes que todo tendrá que terminar algún día de algún modo, sin embargo no nos imaginamos el cómo hemos de reaccionar ante la perdida de ese alguien especial. La pérdida de un ser querido tiene pocas palabras para definirla, recordamos toda una bocanada de experiencias vividas, buenas y divertidas, y hasta aquellas un tanto más desafortunadas que, si bien solucionamos en su momento, nos complace haberlas vencido de alguna manera, si no es así hemos de cargar con algún tipo de intranquilidad por no haberlas resuelto, generalmente porque nos ganó la soberbia o el rencor o porque de plano nunca logramos perdonar la ofensa y pedir una sincera disculpa. Imagino que debe ser una bendición maravillosa el llegar al final de tus días, después de una vida plena, en compañía de grandes amistades, personas que han marcado tu vida de alguna manera y las cuales también han de conservar una huella imperecedera. Nadie escoge a los parientes, a los verdaderos amigos sí. ¿Cómo llegar al último día y decirse a uno mismo: "No necesito nada más"? Mantenerse íntegro, es decir que uno se sienta seguro de quién es y sobretodo de lo qué ha hecho de su vida y de la de los demás. Habrá que cuestionarse de vez en cuando el "para qué" de las acciones de nuestro comportamiento, que no es lo mismo que un "por qué". La diferencia radica en que la segunda cuestión se refiere a aquel detonante que nos da evidencia del planteamiento de un objetivo, uno claro y tangible, comprobable y medible para saber que se le ha alcanzado; en tanto un "para qué" es la finalidad, la meta, la intención de lo que hacemos. Saber el por qué y el para qué de sus actos en su vida, saber que su final en esta tierra habrá de marcar a quienes te conociesen, saber que es durante su vida lo que habría de mostrar a los demás un ejemplo, no sólo una palabra que enseña, sino además su ejemplo que arrastra a muchos. Dicen por ahí que “quien bien te quiere te hará llorar”, ¡qué poca madre!, siendo la vida tan llena de maravillas, ¿no es posible tener una relación estable sin esos pormenores emocionales? Por una parte nos puede remitir a una relación sádica y sodomita, en la que el dolor es parte del placer, sin embargo no se trata de eso en este caso, más bien hay que remitirse al significado de que para bien valorar algo, mientras más trabajo cuesta obtenerlo es mejor. Sin embargo, aunque también permanece en nuestro consciente colectivo la idea de que “lo que fácil viene, fácil se va”, no depende sólo de los hechos en sí mismos, lo cual acostumbramos también a veces con demasiada frecuencia.
Ángel Caudillo
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